«Acomodarse en la oscuridad de un cine es como volver al útero materno, un lugar confortable y seguro donde nos sumergimos en una realidad filtrada y vivida a través de otro, abandonar el mundo exterior para adentrarse en otras vidas que, por muy diferentes que nos parezcan, también pueden ser las nuestras. «Decía Ricardo Franco, del que tuve el lujo de ser alumna, que los argumentos y los personajes son universales y básicos y atienden a bondad, maldad, conflicto, ascensión, caída, búsqueda, encuentro y desencuentro, luego solo hay que contextualizarlos en una época para contar la historia. La belleza reside en cómo la cuentas y que recursos utilizas: planos, diálogos, paleta de color, ritmo y, por supuesto, música y silencio».
Así comienza la reseña que nos ha dedicado nuestra querida socia, Pamela Spratz, en su blog «El vapor del tiempo presente».
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